Érase una vez un niño que pasaba a menudo las tardes en casa jugando, junto con su hermana, con muñecas de trapo cosidas por sus tías: "Las hacían de trapo, y estas muñecas me parecían extraordinarias". Son palabras de la autobiografía de Lev Trockij, el famoso revolucionario bolchevique que fue presidente del Soviet de Petrogrado durante las revoluciones rusas de 1905 y 1917. Trockij era un personaje fuerte y decidido, aunque de niño jugaba con muñecas. Y el suyo no es un ejemplo aislado. Hojeando las biografías de personajes famosos, uno descubre a menudo que de niños algunos chicos jugaban a ser "chicas" y viceversa. Virginia Woolf, por ejemplo, solía ir a los jardines de Kensington con su amiga y pelearse con otros niños que "a veces luchaban contra nosotras y a veces eran nuestros amigos".