Amor, dolor y ausencia son un conjuro que llevan al alma a un paroxismo de enajenación, toda vez que amor, dolor y ausencia producen en el espíritu un alejamiento de la realidad hasta convertir la enajenación, en la constante que representa amor, dolor y ausencia.Cuando la experiencia de la vida se desliza hacia la soledad en amor, dolor y ausencia, el corazón permanece aterido, como si el frio de la indiferencia pusieran amor, dolor y ausencia, como la fuente única de la cual nutrirse. Y esta enajenación en soledad, a la cual nos conduce el encadenamiento de amor, dolor y ausencia, es un estado letárgico del cual sólo se puede sustraer, si cada vez que amor, dolor y ausencia, no sean los componentes de nuestra vertiente afectiva.De allí la necesidad de que, al amar, alejemos el amor del dolor y de la ausencia.